Big Thief

Para una banda normal, debutar con una obra maestra puede suponer que, a las primeras de cambio, su carrera marque un listón insuperable. Pero Big Thief es cualquier cosa menos una banda normal. Era 2016 cuando vio la luz su primer álbum. Su obra maestra, literalmente: se llamaba, efectivamente, "Masterpiece". La jugada vacilona funcionó como una especie de liberación para ellos. Fue como si Adrianne Lenker y sus compañeros dijeran “vale, ya tenemos nuestra obra maestra, ahora podemos hacer cosas importantes de verdad”. Y se pusieron a hacer discos que explicaran la vida de la gente. La tuya, la mía, la de todos.

Tras "Masterpiece", llegaron "Capacity" y "U.F.O.F.". Entre uno y otro, además, Lenker publicó su primer álbum en solitario, "abysskiss". En total, cuatro trabajos sin fecha de caducidad a los que recurrir cuando no sabes bien qué te pasa. Te plantas delante de ellos y te devuelven tu reflejo: en sus canciones, que pueden reconfortarte o partirte en dos dependiendo de cómo te pillen porque están llenas de verdades, le cantan a desconocidos que se llaman Paul, Mary, Randy, Jenni, Haley o Betsy, pero también a ti. Y, de repente, lo entiendes todo.

El próximo 11 de octubre, apenas cinco meses después del lanzamiento de "U.F.O.F." y con su presentación en Primavera Sound 2019 todavía fresca en la memoria, se completará la escalera de color de Adrianne Lenker y sus Big Thief con "Two Hands", el cuarto disco del grupo que nos ha descubierto que todavía se le podía dar una vuelta más a la tradición folk-rock norteamericana.